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Historia de la yeguada

Contada por quien fundó la ganadería en 1968: el ganadero D. Juan Díaz Navarro.

Una vida dedicada al pre

El Ardón es una hermosa finca, principalmente de olivar, situada en el Término Municipal de Arjona, en Jaén (España), que nos viene de mi madre (q.e.p.d.) y antes de ella de sus antecesores durante muchas generaciones. Es mi padre D. Juan Díaz Criado (q.e.p.d.) el que funda el hierro que hoy lleva mi ganadería, y que antes marcaba todas las yeguas y caballos que para usos agrícolas se utilizaban en el Cortijo Ardón.

Equinos ha habido en el Cortijo Ardón desde tiempos del Rey Alhamar «el Grande», nacido en Arjona en 1195, fundador de la dinastía nazarí, constructor de la maravillosa Alhambra de Granada, que además, citando un artículo, se sabe que «en la dehesa de Al-Hardón, posiblemente la antiquísima Setia (colonia romana anterior a Cristo), aprendió a manejar caballos el primer rey de Granada y (…) practicó la eficacia de la maza y la espada», aunque con la mecanización del campo estuvieron a punto de desaparecer; de hecho sólo quedaron dos o tres para montura, que fueron los que me aficionaron desde niño a los caballos.

Cuando verdaderamente empezó a tomar forma mi amor por ellos fue en el año 1970, cuando compré en Jerez potras de Romero Benítez aconsejado por mi maestro el veterinario D. Bartolomé Mateos Peral y mi encargado D. Francisco Casado Quero (abajo en la galería añado una foto donde aparezco con mis amigos, el ganadero D. Antonio Romero Girón y su mujer, Dña. Teresa Domecq), ambos con una afición y sobre todo unos conocimientos poco comunes. Ellos fueron quienes me guiaron y me ayudaron siempre.

El hierro son las iniciales de su nombre: una “C” envolviendo una “J” y una “D”, para formar el “Juan Díaz Criado”.

Pocos años después compré otras potras a D. José Bohórquez Ruiz (q.e.p.d.), en el Cortijo del Machorro de Medina Sidonia (entre ellas Paroja, que merecería un record Guinness: parió 21 crías seguidas, sin fallar ni un año). Con esos dos centenarios hierros, y partiendo de la selección hecha por ellos, comencé mi andadura de criador de CABALLOS PURA RAZA ESPAÑOLA. Como curiosidad y con el propósito de hacerles un pequeño homenaje a mis amigos Ángel y José Bohórquez Ruiz, les adjunto una carta manuscrita dirigida a mí donde dice: «Querido amigo: aquí te mando los certificados de nacimiento de las tres potras que te has llevado; si necesitas alguna cosa más que te pueda facilitar no tienes más que llamarme. Espero que estas potras se hagan unas caballas de verdad; eso se consigue como tú me decías aquí, cuidándolas mucho, como tú sabes. Sin más se despide tu s.s y amigo, Ángel».

Siempre he pensado que la cantidad y la calidad están un poco en desacuerdo, y la experiencia de los años y los buenos consejos me reafirmaron en la decisión de que para mantener la nobleza, calidad y fertilidad de mis ejemplares no debía pasar de contar con más de 10-15 yeguas de vientre.

Gracias a los ganaderos de los que procede mi Yeguada (con los que mantuve una gran amistad), mis dos inestimables amigos y un poco de sentido común (mi profesión es la de Ingeniero Agrónomo y vivo en el Ardón desde 1964), fuimos haciendo camino y seleccionamos sobre lo ya selecto para llegar a conseguir, no ya la belleza de los ejemplares (que entiendo implícita en el caballo español auténtico), sino el “saber estar”, su elegancia, su buen carácter, su funcionalidad, muy al margen de las que podríamos llamar tendencias o modas en el mundo del PRE.

Tenía por costumbre no participar en ningún concurso (salvo excepciones, como el Concurso Morfo-funcional de Jaén 2005, con muy buenos resultados) porque, como digo, son mis más de trescientos caballos y yeguas a lo largo de estos más de cincuenta años repartidos por España, Europa y América los que hablan por sí mismos. Eso hace que sean unos pocos potros y potras (para no pasar del número que me fijé) los que tenga en venta y que son la insignia de la trayectoria de la Yeguada.

Hoy día soy el ganadero más antiguo de esta provincia y en torno al vigésimo o vigésimo quinto de España; y desde este rincón perdido de Andalucía, sigo con la misma ilusión del principio.

Para mantener la pureza de la Yeguada, he rehuido la consanguinidad entre mis ejemplares, para lo cual cada cuatro años compraba un potro o caballo de otra prestigiosa ganadería; entonces compruebo la verdad que encierra el refrán español: «si quieres saber lo que vale tu potro, véndelo y compra otro…»

De entre los sementales que han cubierto en esta ganadería, destacan Levitón, Reberte, Ulster, Telegráfico, Jenson, Cepellón, Velero XI, con líneas de Deco, Albero II, Ermitaño III, Lego, Remache, Oleaje… de Yeguada Militar, aparte de otros como Colombiano III de Bohorquez, Juicioso VIII, Llamativo II de D. Benito Zoido, Zurdo III de D. Francisco Lazo, etc., de conocidos y afamados hierros españoles.

El ganadero, D. Juan Díaz Navarro, con su hija Lucía y Nomeolvides DN.
El ganadero, D. Juan Díaz Navarro, con su hija Lucía y Nomeolvides DN.

Nuestros caballos se montan y enganchan en diversos países de Europa y América. Les aporto otra curiosidad: un artículo sobre uno de mis ejemplares vendido hace ya años, de nombre TRAMPOSO.

Espero que disfruten con los caballos de mi ganadería lo mismo que yo.

PD: pasaron los tiempos de que “el buen paño en el arca se vende”. Actualmente estoy vendiendo caballos a reputados jinetes para competir con ellos en Doma Clásica y mayoritariamente a clientes extranjeros.

Un poco de historia gráfica

Fotos históricas que narran, silenciosas, parte de la historia de la yeguada en la vida de quienes le dieron forma y sentido.